lunes, 26 de agosto de 2013

El futuro de las máquinas

Tenemos muy arraigada la idea de que en un futuro el mundo estará repleto de máquinas y robots que como esclavos servirán a los humanos. Probablemente sea debido a las múltiples historias de ciencia-ficción que hemos consumido a través de películas, libros, cómics, etc, donde casi como un dogma, siempre se plantea un futuro así. Fijémonos en las películas de ciencia-ficción de hace unas décadas, aparecen futuristas naves espaciales cuyas salas de control parecen echas de tecnología soviética con grandes botones y palancas. Hoy en día, ni los coches utilizan tecnologías tan arcaicas, pero como sabían los productores cinematográficos que en dos décadas la tecnología cambiaría tanto? Ellos basaron su visión de futuro con la tecnología que les rodeaba en su época.

Es evidente que en un futuro fabricaremos robots y máquinas para servirnos, pero van ha estar fabricadas con chips electrónicos, tornillos, metales y plásticos? Probablemente no. Estarán echas de los materiales que dominemos en aquel momento, mucho más sofisticados. La pregunta es: podemos imaginar cuales serán estos materiales y que aspecto tendrán las máquinas del futuro? Si, de hecho vemos máquinas futuristas cada día, cada hora, cada minuto, simplemente hace falta mirarse al espejo. Las máquinas más eficientes, inteligentes y futuristas que existen somos los humanos y no sólo nosotros, todo el reino animal y vegetal tiene una complejidad superior a la máquina más sofisticada que hayamos podido crear hasta día de hoy. Y no solo esto, cada máquina de estas tiene codificada toda la información necesaria para hacer una copia de ella en cada una de las miles de células que la forman, estamos hablando del material genético o ADN. La evolución nos lleva siglos de ventaja en la ingeniería de máquinas. Porque no vamos a aprovechar la oportunidad de copiar algo que ya está echo y es claramente mejor?

En un futuro los humanos controlaremos la ingeniería genética y la producción de cualquier objeto pasará por diseñar el ADN que lo confecciona. Será como programar objetos, das la secuencia genética a un ordenador aprietas el botón y el objeto nace. Recipientes vivos que mediante su calor corporal van a calentar el liquido que contienen para ser ingerido por nosotros a la temperatura deseada, sillas con millones de articulaciones que se adaptan perfectamente a la forma de nuestra espalda y también nos proporcionan calor corporal, vehículos con inteligencia propia que nos van a llevar a nuestro destino de forma autónoma, y así, un sin fin de posibilidades. Pero lo más importante es que sus ciclo de vida se integraran perfectamente con el ciclo natural biológico de las cosas, pudiendo ser reciclados en su integritud para confeccionar  sucesores mucho más aptos.