Con el paso del tiempo el arte se desvinculó parcialmente de este lado mágico o religioso y empezó a jugar un papel puramente de transmisión cultural. En cada obra artística existe una cantidad de información cultural albergada. El individuo creador de obras artísticas puede morir en un tiempo relativamente corto pero su obra persistirá a lo largo del tiempo, de forma que el contenido cultural se irá transmitiendo generación tras generación. Esto nos lleva a plantear que es más importante, el artista en sí o su obra artística? Claramente, será su obra la que tenga un sentido a largo plazo. Por lo tanto, podemos considerar los humanos como pequeños procesadores de información cuyo producto final son obras artísticas que todas ellas juntas constituyen una cultura persistente en el tiempo.
Actualmente, ya no vivimos en cuevas en las que pintar sus paredes para que otros individuos que la habiten puedan contemplar las obras. Ahora, nuestro soporte para la comunicación es un mundo digital e inmaterial: Internet. Es obvio pensar que poco a poco todo el arte se canalice a través de él, pues Internet brinda muchas ventajas respecto los soportes de información materiales como la capacidad de difusión a gran escala de forma instantánea. De la sangre animal y la arcilla se a pasado al teclado y el ratón, pero la finalidad sigue siendo la misma, transmitir cultura.